2º Concurso de cuentos cortos

Conferencia virtual

Proceso Acreditacion

Premiacion 2° concurso de cuentos cortos

Cuento corto: "Blanco invierno"

sábado, 9 de abril de 2011

   …Y estaba mirando hacia el confuso horizonte de mi inconfundible sur, iba sentado, parece un tren, por el sonido del roce del hierro con el riel, a veces chirriaba, se movía hacia adelante muy rápido y a veces doblaba. El paisaje era grato, muy confuso pero se sentía bien, de pronto siento en mi pecho la desesperación del claustro, miro hacia fuera y estaba todo oscuro, en la ventana sólo se veía mi asustado reflejo, y descubro que soy el único pasajero, sin destino abordaba aquel escalofriante tren, cuando de pronto veo un destello titilando en mis ojos, era grande, amarillo, parecía el fin de un túnel, me sentía cansado, era luminoso y enceguecedor, no resistí más y vi aquel majestuoso destello que sería el encargado de levantarme de la cama y llevarme a este mundo, para mi a mis 16 años, un mundo plano y sin brillo, son las 8 AM y comienza mi rutina de pueblo pequeño del sur de Chile.
   Soy un tipo normal, aunque un poco bajo perfil, -eso debe ser lo que soy-, es lo que me deja seguir desarrollándome como otro ser humano más dentro de esta rara sociedad. 8:15, vuelve a sonar la alarma, con sorpresa me visto y me arreglo para mi cita al colegio, estoy yéndome tarde al colegio, voy apurado, atrasado como todos los días, creo que esto de ir atrasado me sirve, así llego más despierto a clases, de alguna forma me puede ayudar para trabajar más eficazmente. Entraré, pediré disculpas, me sentaré en el mismo asiento de la ventana y estaré mirando hacia afuera todo el bloque. Cómo me gustaría estar allá afuera, la gente se ve ocupada y feliz, con ansias y preocupada, se ve viva. Yo estoy muerto en vida, hace tiempo tuve un amor, si se le puede decir así, solo nos veíamos para tomarnos del brazo y pasear por los mismos lugares de siempre, sólo me hablaba para corregir algo que no le gustaba de mi, yo prefería estar ocupado en algo, algo diferente. Al fin descubrí que la anterior era la única razón por la que estaba con Paola, así es que le dije lo que sentía y por primera vez en los dos meses de relación aceptó algo que yo le pedí.
   Es la hora de recreo y hoy más que nunca estoy aburrido de mis días en este planeta, para mi, cuadrado y  plano. He decidido no entrar a la próxima clase, estoy seguro de lo que haré, no es algo muy difícil, sólo debo ir al baño y sentarme en la taza de baño y esperar hasta que todos hayan entrado a clases. Tocan la campana, soy el último en entrar al baño, parece estar todo bien, todo como lo planee, estoy sentado en la taza del baño. Siento como mi corazón marca el tiempo que llevo dentro de éste reducido espacio, me siento mal, estoy asustado, nunca he hecho algo parecido, pero mi sentimiento de culpa por llevar una vida plana me ha llevado a esto, a sentir esta amarga adrenalina. Estoy solo y sentado no muy cómodamente pero acostumbrado, cuando de pronto escucho la puerta, alguien esta cerrando el baño, debe ser la auxiliar, espero que no entre y me descubra, no quiero tener problemas, mi cabeza esta tan desordenada que otro problema sería otro tormento. Me he tranquilizado, mi corazón dejó de latir con tanta fuerza, mis pensamientos comienzan a inundar este espacio, siento el claustro, estoy de nuevo en el tren, ahora tiene otra forma, es cuadrado y reducido, estoy solo y va más a prisa, como si tuviera un macabro destino, siento la necesidad de huir, pero no puedo pararme, el tren es muy veloz, me pongo de pie y veo un destello que me encandila, no puedo avanzar ni retroceder, estoy algo perdido, a mi alrededor no hay nada o tal vez esté atrapado en la nada, se siente como una tiniebla, una densa neblina que me abraza, ahora estoy en la puerta del tren, veo que sólo tiene un vagón y no tiene locomotora, el paisaje es irreal sólo veo colores, lo que me recuerda mis viejos discos de Pink Floyd, siento la necesidad de lanzarme al vacío, y es que nada distingo, sólo una luz. Luego viene un zumbido, estoy a punto de caer en la nada, pienso en la muerte y es vertiginosa, se escucha un estruendo, un sonido ensordecedor, trato de aclarar la vista y estoy encerrado en un espacio reducido, tanto, que tengo que caminar. Me pongo de pie, abro la puerta, me mojo la cara y escucho un ruido tan ensordecedor como el del tren, trato de huir y me encierro, de pronto descubro que a ingresado alguien más al baño, entra cantando, veo por un orificio y es un compañero de curso, mi olvidado amigo Claudio. Necesito salir de aquí este claustro me ahoga, pero ya no estoy solo, pues, mi compañero no se ha ido, los minutos parecen no pasar, entonces decido salir a encararlo. Conversamos un momento y le pregunto porqué no se ha ido, me cuenta que tiene alucinaciones inexplicables, ha tenido un sueño repetitivo con un avión que queda sin gasolina, pero sigue volando y él espera angustiosamente el momento del colapso, pero siempre despierta en una situación incomoda. Compartimos nuestro punto de vista con respecto a la monótona vida que llevamos y decidimos salir del colegio.
   Estamos fuera, vemos por última vez el colegio que está a nuestra espalda, vemos un auto en marcha y sin ocupantes, tomo el volante y acelero para huir de este lugar, cierro los ojos y me encuentro con la puerta del maldito tren, salto al vacío y en medio de la caída veo un avión muy grande estrellarse en el destello del sol. Siento ganas de llorar, de reír, pero sólo veo nada, y es de color blanco invierno.

Autor: Ignacio Merino  (Psicología)

2 comentarios:

nonimo de vientre dijo...

buena, se necesita eston para seguir en las alturas
de nuestras realidades cambiantes.

9 de abril de 2011, 11:40
Anónimo dijo...

Me encanto el cuento, tiene una mística destilada desde la rutina incitando a un viaje extenso tras el manto del fluir de la consciencia.

Firma Luciérnaga

9 de abril de 2011, 18:45

Publicar un comentario

 

2009 ·Revista Insight by TNB